27 de febrero de 2015


Como si se tratase de una novela de suspenso, la situación de estos profesionales de la aviación parecería ir a la deriva. ¡Nada más falso!. Los reclamos de los controladores aéreos han traspasado la barrera de lo laboral, de lo legal, de lo político y de lo nacional.

Mientras las autoridades competentes guardan silencio, ponen en duda su aptitud para lidiar con idoneidad situaciones como esta. Casos que involucran emocionalmente a empleados que se mantienen brindando el servicio de tránsito aéreo en el país. Los funcionarios que por obra u omisión estan comprometidos se han hecho “de la vista gorda”, olvidando el significado de sus cargos; “funcionar”. 

Un sistema basado en la seguridad de las personas, de las maquinarias y de las instalaciones no puede sustentarse en mantener acorralados a sus empleados. Un sistema que sea manejado de esa forma, es una dictadura disfrazada. Por impecables que puedan verse las instalaciones y hasta los equipos, el factor humano es el motor que da vida y mantiene viva toda empresa o institución.

Han pasado 40 días con sus noches y esta lucha se encuentra en el plano internacional, donde la Organización Internacional del Trabajo y la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos han recibido y aceptado estudiar las quejas sometidas por la ADCA ante las violaciones que alegremente continúan realizando el director del IDAC y su círculo de gerentes. Violaciones evidentemente permitidas por el gobierno, el mismo gobierno que tiempo atrás invirtió millones de pesos en preparar a los profesionales que hoy desprecia.

Ha quedado demostrado que este conflicto innecesario tiene raíces de índole personal y que no expresa ni demuestra violación alguna a las leyes por parte de los controladores aéreos. Los tribunales destaparon esa pequeña “caja de Pandora”, la justicia ha chocado contra la pared al ver que el IDAC busca inculpar a los que están libres de culpa. A los que verdaderamente defienden los intereses del Estado y ponen la seguridad de la Navegación Aérea por encima de cualquier interés personal.

Se nos ha acusado de “atentar contra los intereses del Estado”.  ¿Pero quién es más peligroso, el que denuncia responsablemente las fallas para evitar desenlaces fatales o el que oculta esas fallas para su beneficio personal? Han pasado 40 días con sus noches, y todavía podemos dormir tranquilos, porque tenemos la conciencia limpia.

No queda claro cuál es la responsabilidad de las autoridades, pero desde hace más de 30 años estamos convencidos que "La  seguridad es nuestra responsabilidad".

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